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jueves, 6 de septiembre de 2018

Con Sevilla a cuestas: Cartagena


Con esta entrada quiero comenzar una nueva serie de entradas que iré haciendo poco a poco, según los viajes que pueda ir haciendo. Y es que, como supongo que cualquier enamorado de su ciudad, no puedo evitar comparar los sitios que visito con Sevilla, y fijarme en las referencias sobre la misma que puedo encontrar o cosas en común entre ambas ciudades. Aunque lo llevaba pensando hace tiempo, no ha sido hasta ahora cuando me he decidido a compartir estas impresiones, ya que, además de los detalles curiosos que encuentro en estas ciudades relacionados con Sevilla que pueden ser interesantes, hay otros nexos, reflexiones o comparaciones que creo que pueden ayudarnos a comprender mejor nuestra propia ciudad, su historia y por qué es como la conocemos hoy en día.

Sin más dilaciones, presento la ciudad con la que voy a comenzar esta serie: Cartagena. Esta ciudad costera murciana posee una riquísima historia que se puede recorrer desde sus inicios cuando visitas la ciudad actual. Fundada en el 227 a.C. con el nombre de Qart Hadasht por los Cartagineses como estrategia de expansión tras la derrota contra los romanos, pronto fue conquistada por el imperio romano, tras la segunda guerra púnica, concretamente en el año 209 a.C.

Es en la época romana cuando la ciudad, rebautizada como Cartago Nova, con el título de Colonia, vive su etapa de mayor esplendor. De esta etapa quedan muchísimos restos, varios de ellos visitables, entre los que destacan dos de los monumentos más reconocidos de la ciudad: el antiguo teatro y el barrio del foro.
Teatro romano de Cartagena

viernes, 29 de junio de 2018

Los secretos de la Plaza de España




La Plaza de España de Sevilla es un monumento capaz de impresionar a cualquiera que la conoce, y es por ello uno de los monumentos más representativos de nuestra ciudad, que incluso puede llegar a desbancar a la propia Giralda: por ejemplo, si un francés busca en google imágenes la palabra séville, las 5 primeras imágenes que le aparecen son de este monumento, y en el caso de que se haga la búsqueda de seville desde Reino Unido, son las 7 primeras imágenes. Tal es su importancia que Los usuarios de Tripadvisor (una empresa internacional) la eligieron en 2018 como el segundo lugar más espectacular del mundo. Desde el principio se diseñó con la idea de que destacara por su espectacular monumentalidad, gracias a las dos torres y a las grandes proporciones del edificio, que describe un semicírculo con un diámetro de unos 200m, así como la profusión de la decoración y los ornamentos cerámicos, que la convierten en una combinación perfecta entra la monumentalidad de su arquitectura y la delicadeza de sus detalles.

El proyecto, como no puede ser de otro modo en Sevilla, no estuvo exento de polémica, pues incluía la construcción de dos torres de 74 metros de altura que, según la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, rivalizarían con la Giralda como Atalaya de Sevilla. También Forestier, arquitecto y paisajista diseñador de la reforma de los jardines del parque de Maria Luisa que le confieren el aspecto actual, rechazó la construcción de la ría. Por último, aunque no fuera motivo de polémica entonces, es curioso al análisis del contexto histórico en que se produjo la reforma urbanística de la ciudad que supuso la exposición iberoamericana, la cual tuvo como obra cumbre el monumento que nos ocupa en este artículo. Mientras el regionalismo vivía su máximo esplendor, en otros países ya se estaba desarrollando la arquitectura moderna. En Francia Le Corbusier ya estaba trabajando la arquitectura racionalista, y en Nueva York tan solo dos años más tarde se inauguró el Empire State.

lunes, 30 de abril de 2018

Antiguo Matadero Municipal de Sevilla: Regionalismo 10 años antes que Aníbal González



Visita Virtual al final de la entrada
El antiguo Matadero Municipal de Sevilla, diseñado en 1895 por José Saez López (aunque no se empezó a construir hasta 1910), constituye un claro antecedente de la arquitectura regionalista que tanto éxito tendría en Sevilla a principios del Siglo XX. Realmente este estilo neomudéjar, que también sería propio del regionalismo, no es ni mucho menos en exclusiva sevillano, sino que se enmarca dentro de una corriente que se daría por toda Europa a finales del Siglo XIX. Se trata de la corriente historicista, que se caracterizaba por la recuperación de estilos históricos, con especial hincapié en los medievales. Dentro de la misma se produjo también una tendencia exoticista que promulgó la utilización del estilo árabe, en el caso de Sevilla el mudéjar. Podemos citar muchos ejemplos cercanos como el Palacio de la Bolsa de Oporto, la antigua Plaza de Toros de Madrid o el Teatro Falla, en Cádiz. En Sevilla son algunos ejemplos el "Costurero de la Reina" la Estación de Córdoba o el Matadero Municipal, del cual nos vamos a ocupar en esta entrada.
Salón árabe del Palacio de la Bolsa de Oporto. Fuente: Getty Images-Sara Ruiz
Este estilo neomudéjar será un claro antecedente del regionalismo en Sevilla, junto con otras obras como la reforma del palacio de la Condesja de Lebrija (también por parte de José Sáez). Tanto es así que en una de las primeras obras consideradas regionalistas, el edificio de viviendas para Manuel Nogueira en La Campana, Aníbal González empleó también un lenguaje neomudéjar. Sin embargo, el regionalismo se fue depurando y tiene un sentido mucho más amplio, caracterizándose por la búsqueda de un estilo propio sevillano, recuperando diversos estilos históricos de Sevilla y presentando comunmente un fuerte carácter ecléctico.

Viviendas para Manuel Nogueira en La Campana, Aníbal González, 1907-1908

Volviendo al Edificio del Matadero, éste fue diseñado en 1895 como parte del plan de reformas de la ciudad encargado por el alcalde José Bermúdez Reina, quien pretendía una modernización urbanística de Sevilla que resolviera los diversos problemas que ésta presentaba. Uno de los puntos importantes era la construcción de un Palacio de Justicia, un nuevo matadero y una nueva Cárcel, éstos dos últimos construidos en las afueras de la ciudad de entonces, en la zona del actual barrio de Nervión. Aunque el proyecto estaba presentado, los problemas económicos y con los terrenos no permitieron que se ejecutara hasta el año 1910, cuando el marqués de Nervión cedió unos terrenos de su propiedad. Esta cesión fue la que dio lugar a la construcción del barrio de Nervión, siguendo el plan urbanístico de ensanche diseñado por Aníbal González y cuyo trazado se conserva actualmente.

lunes, 12 de febrero de 2018

Las Casas más antiguas de Sevilla: Casa del Rey Moro


Este edificio tiene un notable interés por ser uno de los edificios residenciales más antiguos de cuantos se conservan en la ciudad de Sevilla (Si no tenemos en cuenta las de corte Palatino, como los Alcázares). Su construcción se data a finales del Siglo XV, coincidiendo aproximadamente con los orígenes de otros edificios como la Casa de los Marqueses de la Algaba, de Pilatos o Dueñas pero que no se pueden llevar el galardón de la más antigua por ser también de corte más palatino y conservar muy poco del edificio original. También son notables ejemplos por tener orígenes incluso más primitivos la Casa de Altamira (s. XIV) o la de Mañara (S.XV), pero quedan también excluidos porque conservan muy poco de la original (en el segundo caso de hecho hay muy poca relación entre la construcción del Siglo XV y la actual). Podría ser un rival directo la casa 17 de la calle Argote de Molina, una casa señorial que conserva intactos los muros de la primera década del Siglo XV y algunos elementos decorativos.
Patio interior de la Casa del Rey Moro
El origen de la denominación de Casa del Rey Moro, del cual se tiene constancia desde el Siglo XVII, no se ha aclarado. Celestino López Martínez hizo un estudio que le llevó a afirmar que la casa perteneció al Rey de Niebla en el Siglo XIII, quien se refugió en Sevilla, según se creía, en estos terrenos cedidos por Alfonso X. Sin embargo, los estudios posteriores demostraron que la casa era una construcción mudéjar de la última década del Siglo XV, lo que descarta la teoría y vuelve a la incógnita sobre su nombre, el cual posiblemente fuera utilizado por los sevillanos en vista de su apariencia morisca.

La casa fue bastante desvirtuada en el siglo XIX, cuando sufrió importantes modificaciones para adaptarse a su uso como casa de vecinos. Sin embargo fue adquirida por la Dirección General de Bellas Artes y restaurada a partir de 1970  bajo la dirección de Rafael Manzano y posteriormente Alfonso Jiménez, quienes recuperaron la fisionomía primitiva del edificio. En la Actualidad es sede de la Fundación Blas Infante.
Fuente: Fototeca de la US


miércoles, 3 de enero de 2018

Avances en la restauración del Cenador del León


Cenador del León antes de la restauración

Cenador del León durante la restauración

Desde el pasado verano se está acometiendo la restauración del Cenador del León del Alcázar, el cual no deja de dar sorpresas, según nos cuenta la arquitecta encargada, Lola Robador, que está muy entusiasmada con el desarrollo de las obras. Se trata de una de las albercas islámicas que abastecían las huertas del Alcázar y que, con el transcurso de los siglos, sobre todo a partir del siglo XVI,  tomaron un aspecto más monumental y decorativo, transformando las antiguas huertas en jardines al estilo de otros grandes palacios.Este cenador fue construido a partir de 1644, probablemente con el diseño de Diego Martín de Orejuela, como parte del proyecto de nuevo Jardín ideado por Juan Bernardo de Velasco.

 La edificación que nos ocupa constaba anteriormente de una profusa decoración diseñada por Benito Valladares que incluía unas pinturas murales en el exterior ejecutadas por Juan de Medina entre 1644 y 1646, las cuales se han perdido por completo, aunque con el transcurso de las obras se ha descubierto que en el interior sí se conservan dichas pinturas. Esta sorpresa, sin embargo, presenta un dilema, ya que para sacar a la luz estas pinturas de gran calidad y belleza sería necesario eliminar las que se hicieron el siglo XVIII, de menor valía y con un estilo más sencillo y menos colorido. No obstante, no dejan de ser un elemento histórico que tampoco podemos obviar. Con este motivo (además de la limitación presupuestaria) la arquitecta ha decidido restaurar las del siglo XVII que no están tapadas por las más modernas y mantener las del XVIII de la cúpula, a excepción de algunas catas, de forma que permita documentarlas y que en un futuro se pueda optar por sacar por completo las más antiguas si se considerara oportuno.